Andrògino.

Un beso sincero significa una entrega de confianza, es poner en sus manos tu camino, confiarle tu destino, colocar tus ilusiones junto a las suyas, montar sobre una balanza los intereses que no son mutuos. Es darle el listón que amarra tus prejuicios, dárselos para que los tire, los deje a un lado, para que deje que sus aventuras hagan que te olvides del pasado.

Un beso es un transporte hacia la locura, aunque con un poco de cordura, el beso se vuelve algo de ambos. Te coloca en las nubes que se ven más allá de lo alcanzable, te pone sobre las escaleras que te llevan a la luna, que te sumergen en la laguna de la esperanza, que te vuelven frágil, simple, te hacen suya.

Un beso convierte tus miedos en banalidades, tus temores dejan de ser fatalidades, tus pies se despegan del suelo y llegas al cielo, conoces el brillo de las estrellas, la cercanía de la noche, la facilidad de caminar en el mar, la capacidad de tener  todo al amar. Te conviertes en algo distinto, algo más sensible, tus manos sienten más que la piel, tu mente descubre más que sólo ser algo lleno de monotonía y parámetros, comienzas a preguntarte por lo que esta más allá de tu vista, comienzas a preguntarte ¿En que me convertiré por ti?

Un beso es más que un contacto de dos cuerpos, es la transfusión de esencias, claro, sólo cuando es sincero, no cuando es simplemente superficial o pasional, un beso conecta intelectualidades, crea una rehabilitación de tus más grandes anhelos, hace que todo lo demás parezca pequeño. Comienzas a sentirte más alta que Gulliver, lo que creías imposible se hace cada día menos inalcanzable, te das cuenta que esa unión hace que tù misma te vuelvas irreconocible, te vuelves imparable, te sientes inmortal.

Un beso, más que eso, más que la palabra, más que el choque superficial. Un beso verdadero es el medio para conectar dos almas, que sólo quieren abrazarse por el resto de sus vidas, para compartirse mutuamente... Hasta la muerte y aún quieren más.