lunes, 18 de abril de 2011

Mala fe


Mi mandíbula está rota, tengo que admitir que me dio miedo ser alimento de lobos y presa fácil de bestias. Pero valió la pena pues escapé, con pisadas ligeras, sigilosa como una nena, me escabullí entre raíces de árboles mal cortados, muertos y enterrados sin ningún interés, me quité la tierra del cuerpo, obtuve venganza, la obtuve y me supo igual que la miel.

Intento hablar, pero ya que no puedo, logro escuchar, mis sentidos se multiplican por cien, todo toco, todo siento, todo veo, todo soy, absorbo las lágrimas que caen de cualquiera, dentro de todos estoy. Mis ojos inhumanos, con pupila de túnel, soy una lunática que navega entre cabezas ajenas, esperando obtener lo mejor.

No necesito una boca ¡Jamás la necesitaré! Para eso tengo mis manos, ellas son mi forma de ver y de expresar, ellas ponen en papel lo que quiero comunicar, estoy poniendo ahora sobre esto cosas sin la menor intención, el subconsciente me maneja, subconsciente soy. Pero en fin, les decía que estoy en todo, porque creo que nada soy.

Estos labios que no se moverán, sólo atraen a los cazadores, soy una jugadora letal, ni siquiera muevo mis dedos, ni siquiera pestañeo y los logro atrapar, ustedes se convierten en presas y yo me regocijo en su ingenuidad. Mastico sus deseos y los escupo porque quiero, no soy un objeto, no soy un pedazo de carne, soy más que eso, lo puedo demostrar.

Pero no quiero, nunca querré, porque me encanta esta vida de entre muertos caminar y ver, tengo un espíritu que acorrala, que asfixia, que ataca. Nací y crecí con la necesidad de manchar sábanas blancas, de escupir costales, es decir, cuerpos, nací con la sangre fría y el corazón añejo.

Fui presa, me convertí en esclava y rompí las cadenas que me mantuvieron atada a ajenas extrañezas, pero me despojé y me hice más fría y más llena de tristeza. Quise repartir el dolor que dentro de mi bullía con toda la energía que en mi era tierna, contemplé su mundo, lo comprendí y utilicé sus debilidades para saciar el hambre que en mi  cada día se presenta.

¿Mi nombre? No tengo uno, asì que llámenme como quieran, estoy acostumbrada a adjetivos que jamás me inquietan, creen ofenderme, creen poder cambiarme, creen poder someter lo que en mi cabeza cabe. Y aunque parece que lo hacen no pueden, porque los conozco, a cada uno de ustedes y aunque creen saber ganar en este juego nunca lo saben.

Me revuelco en su miedo, me revuelco en su llanto fingido, en sus sonrisas hipócritas, en sus palabras de consuelo y en su bienestar enmascarado. Estoy en los límites que teme todo ser humano, parece que estoy muerta pero más muerta que ustedes jamás, sólo busco una meta o no busco nada, pero disfruto tanto el camino que para mi el destino pierde todo sentido.

Ahora recuerdo mi nombre, mi nombre es Eti, no tengo significado, no creo tener alma, sólo tengo una pasión, la pasión que me da el desprender deseos, arrancárselos a la tierra y ponerlos en carbón, para prenderles fuego y con el humo hacerme una nube con muy poco color.

Justo ahora me siento más viva que nunca...
Tienen razón todos ustedes; yo y sólo yo merezco lo peor.

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